El software “Pegasus”: ¿de la psicopolítica a la ciberpolítica?
Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
La Fiscalía confirmó la compra por 11 millones de dólares del software Pegasus, a la firma NSO Group (*). ¿Para qué sirve este software? Según el experto internacional e investigador en ciberseguridad José Pino, tiene al menos las siguientes características: 1. Prevención del crimen y el terrorismo, 2. Acceder a toda la información digital de un dispositivo, mediante el método de “puerta trasera”, que consiste en una infección silenciosa que no emite notificación y no se detecta, 3. La infección permite instalar un código, con el que se accede a la información, 4. Es vendido a entidades gubernamentales, para la seguridad nacional.
Pero el experto en mención, afirma que este software también puede ser utilizado de “forma inadecuada”. ¿Existe la posibilidad de establecer, de forma clara, la distinción entre un uso adecuado y otro inadecuado de la tecnología? Esta pregunta, aunque obvia, es importante porque puede influir en ulteriores desarrollos tecnológicos, como lo es el diseño genético mediante tecnología Crispr.
Con respecto a Pegasus, es claro que su uso no es adecuado ni inadecuado, sino político. ¿Por qué? 1. Porque puede ser utilizado como un instrumento estratégico para prever y generar dinámicas económicas, que beneficien a algunos sectores, y 2. Porque puede utilizarse para favorecer posturas e ideologías políticas de intereses muy particulares, que nada tienen que ver con la seguridad de una nación.
La importancia fundamental de Pegasus, es que funciona a partir de fallas silenciosas en la ciberseguridad, que el software mismo genera y detecta. Lo que hace que su vulnerabilidad sea casi que nula. Claro que Amnistía Internacional creó una aplicación para detectar el software llamada Mobile Verification Toolkit, pero su creación es muy reciente y se hizo justamente ante la potencia de Pegasus.
Lo anterior debe llevarnos a preguntar con urgencia: ¿hemos pasado de una psicopolítica a una ciberpolítica?
¿Qué es la psicopolítica? La definición que presenta Chul Han es: la psicopolítica consiste en intervenir la psique del individuo y condicionarla a un nivel pre-reflexivo. Esta definición es compleja, porque afirma la posibilidad de poder dominar al individuo desde el condicionamiento psíquico del inconsciente. La psicopolítica sería la mejor y más eficiente forma de dominar al individuo, en tanto puede diseñar y determinar la individualidad misma, y su correspondiente proyecto de vida.
Los estudios de Foucault mostraron el paso de una sociedad disciplinar a una sociedad de control: en la primera el control sobre el “individuo” (en realidad es un control sobre el “sujeto”) es directo y violento mediado por la institucionalidad; en la segunda el control es indirecto y persuasivo mediado por los sistemas masivos de comunicación. Pero en el mundo contemporáneo hay un paso de una sociedad de control persuasiva a una sociedad del espectáculo invisible. Esta es la característica del mundo actual: que los individuos son dominados de forma invisible y seductora, mediante las redes sociales. Entonces: se ha pasado de lo disciplinar a lo persuasivo, y de lo persuasivo a lo seductor. El individuo todavía sigue siendo “sujeto”, sólo que sujeto narcisista al que se le crea la ilusión de la libertad.
Pero, ¿cómo intervenir y condicionar el inconsciente? Desde el psicoanálisis freudiano esto es imposible porque el inconsciente precede a toda posibilidad de identidad y de consciencia. Tal vez en el psicoanálisis guattariano se podría pensar en la posibilidad de una intervención del inconsciente, sólo que para Guattari el inconsciente es por excelencia rebelde, lo que quiere decir: que no se puede dominar y determinar bajo ninguna sublimación. Haría falta una nueva teoría que afirme la posibilidad de intervenir el inconsciente y de poder crearlo. Pero lo cierto es que la psicopolítica actual lo hace en el nivel pre-reflexivo, utilizando la inteligencia artificial como instrumento infalible. ¿Cómo? Mediante el diseño e imposición de identidades y proyectos de vida. La identidad puede ser consciente, pero la forma en la que se impone es inconsciente. Se interviene el inconsciente como una nueva forma de explotación.
Pero el panorama puede ser aún más complejo, si comprendemos que podemos estar en un nuevo momento de la dominación del individuo, que consiste en el paso de la psicopolítica a la ciberpolítica. ¿Qué podría ser la ciberpolítica? Es el diseño y construcción de un nuevo sistema de lo real digitalizado, en el que el individuo se inserta de forma total, sobre el que no sabe de su funcionamiento y no tiene control alguno. La ciberpolítica consiste en la programación algorítmica de la sociedad, para que los individuos cumplan funciones determinadas y precisas. En la ciberpolítica, la posibilidad de una revolución integral de sí del individuo y de la sociedad, es imposible. En la ciberpolítica, el Super Yo se instaura de forma digital con IA, es decir: de forma incuestionable y absoluta.
Lo anterior lo podemos ver y comprender en el software Pegasus, porque es posible pensar lo siguiente: 1. Que tiene funciones mucho más complejas e importantes, 2. Que no existe vida privada para el individuo, porque el software tiene la capacidad de ir más allá de la información y los datos, para poder intervenir y actuar en tiempo real, 3. Que se puede diseñar e imponer un sistema de control total e integral, sobre los que no hay posibilidad de intervenir ni participar, primero por el desconocimiento del mismo y segundo por la eficiencia superior con la que procede, 4. Que un sistema de control tal ya puede estar en funcionamiento, con ciertos márgenes de entropía permitida.
La pregunta fundamental es si la consciencia universal de lo humano es reducible a un control digital. ¿Existe un principio de libertad esencial, que se implica en esa consciencia? La filosofía del porvenir debe ocuparse de lo siguiente: 1. La emergencia necesaria de una consciencia superior, y 2. La posibilidad de la creación de sí del individuo, a partir de esa misma consciencia. Hoy más que nunca es necesario y urgente que se despliegue la potencia transgresora y creadora del pensamiento.
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