La sociedad de la estupidez

  La sociedad de la estupidez.


Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.


1.    La crisis de la lectura.

La sociedad actual es paradójica: la tecnología permite tener acceso fácil y rápido a múltiples y excelentes libros, pero hoy ya nadie lee, nadie se interesa por la lectura; y éste es un fenómeno que también permea la academia. Los investigadores, docentes y estudiantes son cada vez menos lectores. La razón de lo anterior es clara: estamos ante una sociedad del espectáculo, que se caracteriza por la hiperdifusión de contenido e información de baja calidad. Lo anterior está generando una transformación en las dinámicas de aprendizaje, que se puede ver en: la dificultad para mantener la atención por largo tiempo, en procesos de pensamiento complejo y crítico; la necesidad de información cada vez más corta y concreta, producto de un sistema social que exige una constante innovación; y la transformación de la sensibilidad de los individuos, como un sistema de control propio de una economía capitalista que tiene a la seducción como instrumento de consumo.
Pero cuál es la consecuencia de una sociedad sin lectores? Que el sistema de control sobre el individuo es cada vez más eficaz. El sistema social y económico actual no necesita violentar, ni someter al individuo para que éste entre a formar parte de dicho sistema, todo lo contrario: es el mismo individuo el que acepta formar parte del mismo. Para lo anterior las redes sociales cumplen una función esencial: el diseño actual de las redes sociales permite ejercer un control sobre el individuo que éste no percibe, porque es un control implícito, sustentado desde el espectáculo y la exaltación de la individualidad (narcisismo). Las tres características que los individuos expresan en redes son: la belleza, la felicidad y el éxito; pero lo que el individuo oculta es todo lo contrario: soledad, depresión y pérdida de sentido de la vida. Se expresa y publica una identidad falsa, desde la que se ejercen actos de explotación de sí mismo.
Es por esto que cuando afirmamos que hoy nadie lee, lo decimos tanto por la ausencia de lectura como por el consumo y promoción de lecturas de baja calidad. Esa lectura de libros es, en sentido estricto, una degradación de la lectura. Podemos afirmar que todos los procesos de innovación pedagógica son, en realidad, los requerimientos de una sociedad que cada vez requiere menos rigor, que requiere acceder a información inmediata, práctica y concreta.  
Leer es un acto de rigor, de análisis detallado y minucioso, implica poner en cuestión lo establecido, leer es leer despacio, sin afán, comprender y degustar palabra a palabra y letra a letra; pero leer también es un acto de toma de conciencia del sistema de control invisible y seductor; leer es una apertura a lo nuevo y una transgresión. La lectura es la posibilidad de la creación de sí y lo real.  
 
2. La crisis del individuo.

La mayoría de los sociólogos contemporáneos coinciden al afirmar que nos encontramos en una crisis inédita, nunca antes vista por las características de la misma. La crisis provocada, estimulada y mantenida por el sistema social y económico actual, tiene como consecuencia la crisis ambiental y de desarrollo y, de una forma muy particular, una profunda crisis del individuo.
De hecho podemos afirmar que la concepción misma de “individuo”, tal como está diseñada y tal como funciona en el mundo actual, es propia del mencionado sistema social y económico; en otras palabras: los procesos de individuación, de fomento y afirmación de la individualidad son necesarios para el hiper-consumo. Que el individuo se afirme a sí mismo como alguien libre, autónomo e independiente tiene como consecuencia un proceso de consumo especializado, es decir: de consumir aquello que es propio y particular de “ese” individuo singular; es por esto que los productos y las campañas publicitarias que los acompañan, se dirigen cada vez más al individuo único y singular; esto es conocido como el microtargering o mercadeo personalizado. Los productos le hablan al oído a los individuos y les hacen sentir que son los adecuados para su libertad.
Este fomento y promoción de la individualidad ha generado una crisis en el “individuo” mismo. En la sociedad disciplinar del siglo XIX el individuo era controlado de forma institucional y directa, en la sociedad de control del siglo XX el individuo era controlado de forma indirecta mediante la persuasión ejercida por los medios masivos de comunicación, pero en la sociedad actual el sistema de control está tan especializado que el individuo acepta voluntariamente entrar en el mismo, ya no son necesarias ni la violencia disciplinar, ni el biopoder (o el control ejercido desde lo cotidiano), sino que el individuo ahora es controlado por el fomento de un exceso de libertad. ¿Controlar desde la libertad? Controlar desde la libertad es la mejor forma para que el individuo se explote a sí mismo, sin protestar, para que ejecute acciones de emprendimiento particulares, que demandan un plus de rendimiento continuo. Controlar desde la libertad es un dispositivo social, desde el que se ejercen la tiranía del éxito, la belleza y la felicidad.
El mejor escenario para realizar dichas tiranías, es el de las redes sociales. Un análisis nos puede permitir comprender que, en efecto, es eso lo que los individuos proyectan de sí mismos: ¿Por qué en redes todos somos felices, bellos y exitosos? ¿Qué nos lleva a presentar una imagen falsa de nosotros mismos? La respuesta es: el exceso de libertad, la libertas es, en realidad, un proceso de auto-engaño, de auto-enajenación o de auto-esclavitud, aun peor que las esclavitudes de las sociedades anteriores porque en éstas el esclavo sabía que lo era, mientras que en las sociedades actuales el individuo se cree libre. 
Y la verdad es que estamos en la época de los seres depresivos: una depresión que es el resultado de no poder cumplir los “sueños” que el sistema social y económico exige, ante lo que el individuo se culpa a sí mismo y no al sistema en mención. El auto-engaño tiene la misma función: hacer creer que se es exitoso, bello y feliz, cuando la realidad es que se está lejos de dicho “ideal”, pero el individuo no lo puede decir, no puede gritar que él no es ni exitoso, ni bello, ni feliz. ¿Cómo serlo en una sociedad donde la estupidez, entendida como una auto-esclavitud, es el fundamento de la misma? ¿Cómo serlo en un mundo que te exige una sonrisa constante? Poco a poco debe llegar el momento de la gran separación. Falta mucho para empezar un proceso de re-diseño de las redes, para que se conviertan en un instrumento de una verdadera liberación. Pero se deben empezar a crear fisuras, como la fisura del desencanto que nos permita afirmar: “tengo que hundirme en mi ocaso” para poderme elevar.     

                                            3. Pedagogía y sociedad.

Para el filósofo griego Platón educar consistía en estimular adecuadamente las habilidades de un individuo; más allá de preguntarnos si dichas habilidades son innatas y/o pueden transformarse y adquirirse, lo importante está en dicha estimulación adecuada, porque ésta es una acción que debe realizar la sociedad y, en especial, es sistema educativo de la misma. Es por esto que Platón diseña un Estado o polis ideal: para que haya una garantía de dicha estimulación adecuada, que permita un desarrollo integral del individuo y pueda éste desempeñar en la sociedad la función que le corresponde. De esa sería una buena definición de Estado ideal: aquel en que cada quien hace lo que le corresponde, según sus habilidades o talentos. Por esto uno de los pilares fundamentales de la cultura griega antigua, era la adquisición de la excelencia que, para Aristóteles, era un punto de tensión entre la carencia y el exceso que buscaba y expresaba, en dicho punto, una plenitud de la fuerza del individuo. Éste punto de tensión de la excelencia es diferente para cada individuo y puede ampliarse cada vez más, haciendo de la excelencia un proceso continuo de superación de sí mismo.
Pero ésta intensa relación entre sociedad, educación e individuo está en el punto de mayor crisis y decadencia en el mundo actual. Nuestra sociedad es aquella en la que el individuo encuentra todos los obstáculos para el desarrollo de sus habilidades. En esta sociedad el individuo no hace lo que le corresponde, sino lo que le toque para el cumplimiento de los parámetros del hiper-consumo. Y el sistema de educación se está transformando hacia esa dirección: ofreciendo programas de “capacitación” que permitan diseñar proyectos de emprendimiento, de impacto social (que en realidad debe leerse como un impacto económico) y de desarrollo (con las características del desarrollo propias del capitalismo: sustracción, explotación y dominación).
Todas las áreas del conocimiento se están re-diseñando para que puedan cumplir los requerimientos y expectativas del mercado global.
Una consecuencia de lo anterior es que los procesos de formación y reflexión teórica están tendiendo a desaparecer. La formación en los colegios y universidades es cada vez más técnica, para los griegos la técnica era una posibilidad de aplicación o acción (práxis) de una teoría previa, pero en el sistema educativo actual se fomenta la formación técnica desprovista de la formación teórica, lo que convierte a los individuos en meras máquinas de re-producción (porque no se puede hablar de producción, en el sentido pleno del término). Es por esto que en las transformaciones de los currículum de las áreas de los colegios y de los programas universitarios, se están implementando los discursos propios de la economía regente. Puede sonar broma, pero ahora se puede encontrar en las universidades acreditadas diplomados, especializaciones, maestrías y doctorados como: “Neuropsicología para el éxito”, “Marketing digital”, “Educación para la innovación y el desarrollo”. El sistema educativo ha muerto.
¿Quiénes tienen hoy la posibilidad de acceder a una formación teórica y humanística? ¿Quiénes pueden hoy estudiar con profundidad teórica, sin pensar en el impacto económico y sin preocuparse por su futuro personal (recordemos que para los griegos el estudio y la investigación eran un modo de vida, no una profesión)? ¿Quién estudia hoy física, matemáticas, filosofía, literatura, artes y música? O estudiantes cuyo futuro es completamente incierto y que en algún momento tendrán que transformar su discurso y adaptarlo al sistema, o lo puede hacer una élite (solamente los hijos de famosos y millonarios) haciendo que en un futuro estudiar dichas carreras sea un “lujo”, lo que generará un evidente proceso de exclusión entre quienes tienen formación teórica y quienes sólo tienen formación técnica.
Los anteriores deben ser algunos de los motivos por los cuales las nuevas generaciones están cada vez más desencantadas y desinteresadas ante el sistema educativo. Pero antes que pensar en una transformación del mismo, la actitud que están asumiendo los jóvenes es renunciar a él y buscar nuevas opciones. Ante el boom de los “empresarios independientes”, que no tienen necesidad de formación teórico, sino de una pseudo-formación neuronal (la actitud positiva), ya no se asume la formación académica como la posibilidad de un desarrollo integral de sí. El problema es que lo están reemplazando por un sistema de formación aún peor. El sistema educativo o reasume su función de formar teórica y humanamente al individuo o desaparece.                      

Comentarios

  1. Gracias Javier por enviarme esa reflexión tan actual que problematiza ese desgano generalizado presente en el colegio,en la universidad y en la familia.

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  2. La verdad es que si es una realidad, y lo peor es que los adultos nos estamos contagiando de está gran colada de cero lectores.

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  3. Es una buena reflexión alrededor de lo que es en la actualidad el estado del conocimiento humano que a grandes rasgos florece a través de la lectura, costumbre que poco a poco se ha ido perdiendo gracias a los distractores de la actualidad, que afectan en mayor medida a las personas más jóvenes, así como también aquellos que somos adultos y qué, querámoslo o no, somos manejados o influenciados por este estilo de vida.

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  4. Desde nuestro trabajo y sociabilidad, debemos pugnar por ir contra la corriente, y generar círiculos de lectura ,dialogo e interpretación, así como estimular el pensamiento escrito. Y mediar hasta donde sea posible con los medios tecnológicos que esconden en una medida ese horizonte de banalidad en muchas circunstancias de la actual crisis de la humanidad, pero que también podemos aprovechar para dar ese horizonte de escritura lectura y reflexión. Abrazo para tí, Javier Orlando. Tus poema recorren lo divino en natura y en lo humano, con bellas imágenes que valen cada una por sí misma, como un juego que llama al pensar.

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