Una poética del sacrificio, desde los poemas
“Afabilidad”.
(Texto leído en el Seminario “La filosofía en la
literatura y la literatura en la filosofía, organizado por el Departamento de
Filosofía de la Universidad del Cauca).
Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
Preludio.
Debe llegar un momento en el que sentimos y comprendemos que hay que
tirarlo todo, es el momento de la gran renuncia, del gran quiebre, del gran
sacrificio. En el mundo contemporáneo el individuo es cada vez más simple y
básico, su sensibilidad se ha transformado en una sensiblería de lo
espectacular, su pensamiento funciona con la lógica de las redes: 160
caracteres y no más porque la atención se disipa, porque hay que revisar el
celular sólo por hacerlo, de hecho, hay que tenerlo siempre a la mano, no
soltarlo porque se puede perder de lo inútil y de lo estúpido. Las redes
sociales se han convertido en el nuevo instrumento de control sobre el
individuo, pero que ejerce dicho control de una forma invisible sin que el
individuo se de cuenta que no sólo lo están controlando, sino que le están
diseñando una identidad desde la que se puede ejercer una influencia. Estamos
en la sociedad de las identidades algorítmicas. En la sociedad disciplinar del
siglo XIX se ejerció un control directo sobre el individuo mediado por las
instituciones, en la sociedad de control del siglo XX se ejerció un control
indirecto mediado por los m.m.c. y la persuasión, en el siglo XXI se ejerce un
control invisible e inmanente desde el espectáculo o entretenimiento de baja
calidad y las redes sociales. La transformación es significativa, actualmente
se controla a los individuos mediante una ilusión de libertad, que realmente
son procesos de autoexplotación. En las sociedades esclavistas los esclavos
sabían que lo eran, en el mundo actual los individuos se creen libres sin serlo
y eso los hace aún más esclavos. El individuo contemporáneo es un esclavo
emprendedor, que se explota a sí mismo en un plus de rendimiento. La esclavitud
de quien siempre tiene que innovar, transformar, proponer, diseñar estrategias;
la esclavitud de la sociedad del cansancio que provoca infartos psíquicos; la
esclavitud de tener que ser siempre bellos, exitosos y felices cuando el
verdadero estado del individuo es la depresión, la soledad y la pérdida del
sentido de la vida. Por eso debemos tirarlo todo, arriesgarnos a una auténtica
revolución interna, a una transformación de la sensibilidad y a un rediseño de
la estructura del pensamiento.
1.
Los colores que me gustan
no son de este mundo,
tal
vez de ninguno,
son
luces danzantes
en
la mirada de quien ama.
Las
palabras que me gustan
tal
vez nunca se escriban,
son
las huellas que dejan
los
que han intentado volar.
Exergo.
Se
debe evitar ante todo la banalización de las sensaciones. En una sociedad
pornográfica como la actual, las sensaciones se banalizan en la sobreexcitación
de lo inmediato, en la inflación del narcisismo que sólo busca su propia
satisfacción. Pero este narcisismo es en realidad un sistema de control: entre
mayor afirmación de la individualidad por encima de los demás, más consumo
capitalista y menos procesos colectivos. Las sensaciones están al servicio del
sistema de producción y consumo capitalista, en la medida en que este sistema
se sustenta en el espectáculo. Por eso la experiencia poética es una ruptura de
ese sistema, en la que se crea una nueva forma de sensibilidad. Cuando el poeta
afirma que “los colores que le gustan no son de este mundo”, no hay que
entenderlo como una huida del mundo y la búsqueda de otro mundo trascendental,
hay que asumirlo como una ruptura de las sensaciones banales e inmediatas, es
una crítica profunda al espectáculo multicolor de la sociedad de consumo, es un
quiebre de la estética de los centros comerciales, de los reality shows y de
los celulares; en vez de una sensibilidad de lo espectacular, el poeta percibe
otros colores y otras formas, puede ver “luces danzantes en la mirada de quien
ama”, puede ver colores cargados de conceptos, tiene la capacidad de tener una
experiencia de conciencia en la percepción. Para esto es necesario un no-ver
los colores del espectáculo.
Algo
similar sucede con su experiencia del lenguaje: hay un deseo de palabras que
son acontecimientos, no es la palabra persuasiva desde la que se ha construido
todo un discurso de la positividad, ni la palabra dogmática desde la que se
instaura un sentido como la verdad, como lo verdadero, esas no son las palabras
que se desean, las palabras que se desean son acontecimientos en los que
individuos singulares han intentado una transformación interna. Esto quiere
decir que la palabra no es sólo la que se escribe, sino también lo que crea lo
real. Lo realidad, la experiencia es un texto complejo que puede continuamente
reinscribirse. Pero el individuo es también un texto y un proyecto de sí, los
“que han intentado volar” son aquellos que han asumido su vida como una obra de
arte, son los que han ido más allá de la mera vida, del mero vivir para
producir y consumir, y se han atrevido a dar el salto hacia lo nuevo y lo
misterioso. Sacrificio quiere decir arriesgarse a la creación de sí y de lo
real, en la que se debe abandonar todo lo banal.
2.
El
amor que vale es una grieta:
Irrumpe
del fondo y sin explicación,
deja
las calles y las paredes heridas
para
que puedan respirar.
Exergo.
La
experiencia erótica es todo lo contrario al narcisismo, porque implica la
afirmación del otro incluso por encima de sí. Esto es muy complicado de
comprender, asumir y aceptar: primero porque el proceso de creación y
afirmación de la identidad del individuo es arduo y, segundo, porque el sistema
económico se fundamenta a partir de la promoción a ultranza de la
individualidad. Y la experiencia erótica rompe con lo anterior: en la
experiencia erótica el otro irrumpe, cuestiona y desestabiliza todo lo
establecido, en especial la identidad del individuo, y lo hace porque ante la
presencia y la conciencia del otro el individuo comprende que ese otro es tan
importante como él o incluso más importante que él. De igual modo la
experiencia erótica es una ruptura económica porque se anula la intención de un
aprovecharse del otro, de utilizar al otro con fines particulares; lo que
irrumpe en la experiencia erótica es el deseo de construir un proyecto con el
otro.
Se
debe resaltar la afirmación: “el amor que vale”, porque en efecto no se está
refiriendo a un amor común, sino a un amor especial, diferente y valioso. Una
señal y característica de un amor valioso es la capacidad que este tenga de
crear grietas. Los otros amores no son tan valiosos o no son valiosos en
absoluto como el amor narcisista, en donde el otro sólo es un medio para lograr
los fines y propósitos del individuo, es una instrumentalización del otro, es
volver al otro un objeto de los deseos personales. Pero en el amor valioso el
individuo se quiebra, se despoja de su individualidad y se abre a lo nuevo, que
es, por ese quiebre, doloroso. Pero es el dolor de la transformación, el dolor
de aquél que tiene la posibilidad de una vivencia con el ser; es un despertar y
un renacer.
Platón
diferencia entre el amor pandémico y el amor uránico, el pandémico es el amor
al cuerpo, pero no a un cuerpo erótico, que se expresa como una obra de arte,
sino al cuerpo objetualizado y mercantilizado que funciona a partir de
prototipos y del mecanismo estímulo-respuesta; el amor uránico es el amor al
alma, para Platón el alma es aquello que le permite a un individuo alcanzar la
virtud y el conocimiento, virtud es hacer algo de forma excelente y superior,
conocimiento es la creación de la Idea. Una idea es la creación de un sentido
de forma universal, necesaria y constante, en oposición a la opinión o doxa que
es aparente, relativa e inestable, la idea se constituye como la capacidad de
comprender algo en su fundamento, así por ejemplo la idea de amor se comprende
como: la fuerza que impulsa hacia lo mejor. Platón no está en contra del
placer, sino de los placeres simples y superficiales que no hacen posible la
elevación hacia la idea. En Platón hay una afirmación de los placeres
superiores, es decir: de los placeres en los que el cuerpo, la sensibilidad y
el pensamiento se construyen y se elevan. Cuando se dice “para que puedan
respirar”, se habla de un amor transformador, de un amor que irrumpe y genera
dolor en un primer momento, pero que luego permite una apertura de la
conciencia de los amantes.
3.
Hay
algo en mí que me cuida,
como
si fuera la rosa de otro jardín.
Exergo.
¿Qué
es aquello que es lo fundamental? Lo fundamental es aquello que constituye la
esencia de la existencia del individuo. Para Spinoza la esencia es aquello que
si está el individuo es y si no está el individuo deja de ser. Pero aquí no hay
una reflexión sobre la muerte, sino un cuestionarse sobre aquello que le da
sentido al existir. Así que podríamos diferenciar entre vivir y existir: vivir
sería estar y pasar, existir sería la toma de conciencia de lo fundamental,
cuando el individuo tiene conciencia de aquello que constituye su esencia, por encima
de todo lo demás, es cuando logra una auténtica experiencia existencial.
Siguiendo a Spinoza, este autor define a Dios como una substancia que está
presente en todo lo que existe, Dios no es una persona sino una conciencia
infinita que está presente y activa en todo. Esta concepción es muy importante
porque se constituye como una profunda crítica al Dios de las religiones, pero
también porque afirma que esa conciencia infinita está presente en todos los
individuos singulares, no como una parte ni como una presencia acompañante,
sino constituyendo lo fundamental del individuo, Dios como conciencia y
substancia infinita está de forma única y singular en cada uno de los
individuos; Spinoza dirá que Dios se expresa infinitamente de infinitos modos.
“Hay algo en mí que me cuida” indica el reconocimiento de lo fundamental,
indica que el poeta logró sobreponerse a su propia identidad, para asumir una
identidad aún más profunda: la identidad de él como conciencia infinita que
está unida con la totalidad.
El
punto intenso está en preguntar por qué no se logra ese reconocimiento, la
respuesta, como se podrá prever, es porque a los individuos se les ha
construido una identidad en la que no pueden identificarse con lo fundamental.
Es lo que Benjamin comprende cuando afirma que en el capitalismo se les asigna
valor y sentido identitario a los procesos económicos; es el capital el que
define las identidades; ante esta dinámica no es posible una comprensión de lo
fundamental o se comprende como fundamental aquello que no lo es. Esa es la
pérdida del paraíso: perder la conciencia de lo fundamental.
Una
poética del sacrificio quiere decir la determinación de no perder la conciencia
de lo fundamental. El poeta puede perderlo todo, menos la conciencia de lo
fundamental. El poeta puede ser perseguido, calumniado, censurado, puede ser
incomprendido, puede ser sacado y rechazado de todos los lugares, pero si no
pierde la conciencia infinita que hay en él, si no pierde la certeza que él
hace parte de la totalidad, si no pierde la intuición que él es un Dios único y
singular, entonces estará siempre protegido, una fuerza superior lo cuidará
como si fuera “la rosa de otro jardín”. Hay algo en el poeta que lo cuida y le
permite conservarse íntegro, a pesar de todos los ataques de los seres banales.
4.
Dejas
en mí un instante de silencio
en
el que todo floreció
y
en el que todo fue de nuevo bello.
Exergo.
La
experiencia poética es una experiencia con la palabra, pero también con el
silencio. El silencio no se opone ni contradice a la palabra, sino que la
nutre. Una experiencia de sentido íntegra y plena transforma y transfigura la
estructura del discurso, hace posible la creación de nuevos sentidos. ¿Pero
cómo tener una experiencia así de sentido? Es importante comprender que el
discurso de la sociedad del espectáculo carece de fuerza vital y creadora, es
un discurso en el que se enuncia el mero vivir, el vivir sin el asombro ante la
totalidad que es el inicio y el fundamento del filosofar. Para los griegos
antiguos filosofar no consistía tanto en la creación de un sistema de
pensamiento, sino en el modo de vida en el que se conserva el asombro. Ese
asombro es una experiencia erótica porque va más allá del pensamiento sobre lo
contingente. El asombro hace posible la experiencia del silencio, desde la que
se crea un nuevo decir, una nueva expresión, un nuevo lenguaje. El mero vivir
sin asombro genera una pérdida de sentido, en la que los individuos cada vez se
estupidizan más; la estupidización de los individuos consiste en una pérdida
creciente del asombro de la totalidad, en el que el silencio emerge y la
palabra crea.
Y
sólo se necesita “un instante de silencio” para transformar y transfigurar toda
la percepción que se ha construido, toda la sensibilidad que se ha diseñado y
todo el sistema de pensamiento que se ha creado. Un instante de silencio en el
que todo inicia de nuevo, en el que el individuo se olvida totalmente de sí
para emerger nuevo y pleno. El sacrificio como renuncia quiere decir estar
siempre atentos a la emergencia del silencio, para poder asumirlo; quiere decir
que se renuncia a la mera vida y a todo lo que la sustenta. Cuando Zaratustra
se va a vivir a las montañas para gozar de su soledad, está asumiendo las
acciones y actitudes necesarias para la vivencia de una experiencia originaria
desde la que pueda comprender y presentar el proyecto del superhombre. El
superhombre es la capacidad de ir más allá de sí, a pesar de y por encima de
todas las circunstancias. Tomar distancia del sistema de estupidización, es un
acto de ascesis y pulimiento de sí desde los cuales se puede ir más allá de sí.
El
poeta tuvo un instante de silencio, sucedió sin buscarlo y sin merecerlo, se le
otorgó como un don, como se le otorga a todo lo vivo, sólo que el poeta se
dispuso de una forma adecuada para sentir y comprender ese silencio.
5.
Así
como el pétalo se esfuerza
en seguir
siendo rosa,
así
mi voz insiste, no en el sentido,
pero
sí en un ignoto ritmo
en
el que pueda decir un nuevo nombre.
Exergo.
¿Cuáles
serían las características de una filosofía de la obstinación? Una filosofía de
la obstinación debe ser una reflexión sobre el esfuerzo y el sacrificio, debe
pensar sobre lo que lleva a algunos individuos a persistir sin descanso, aunque
las circunstancias no sean favorables y aunque no haya nada que pueda
garantizar que se va a lograr algo. De hecho, la importancia filosófica del
esfuerzo y del sacrificio, consiste en la intención de darlo todo sin esperar
nada. Lo anterior lo comprendió Kierkegaard en el concepto de angustia y en la
experiencia de la fe: la angustia es una tensión irresoluble entre lo real y lo
ideal, la angustia consiste en no poder soportar la realidad, pero en no poder
tampoco unirse totalmente con lo ideal. En la experiencia poética hay una
vivencia y una unión de instante con lo ideal, pero no total porque de darse
esta unión no haría falta la expresión en la palabra. La experiencia poética
consiste en intentar reconstruir ese instante. Pero el esfuerzo y el sacrificio
que se hacen sin esperar nada, también acontece en la experiencia de la fe;
para Kierkegaard la fe consiste en creer en lo absurdo, en aquello que no puede
ser demostrado de ninguna forma; la fe consiste en un salto al absurdo, pero
revitalizador; el que da el salto de fe, se lanza “a lo desconocido, para
encontrar lo nuevo” como diría Baudelaire. Cuando Dios le ordenó a Abraham
sacrificar a su hijo le dijo que lo hiciera únicamente por amor a él (a Dios),
ante esto Abraham no preguntó ni cuestionó, sólo fue e intentó sacrificar a su
hijo, pero, como se sabe, fue detenido por un enviado. Una filosofía de la
obstinación debe mostrar qué es aquello que sustenta y mueve a los que están
dispuesto a sacrificarlo todo, incluso a lo más amado; “Dios me dio a mi hijo y
ahora Dios me lo pide”, fue la reflexión de Abraham que fundamentó su intención
del sacrificio. Podríamos interpretarlo como la obstinación de no perder nunca
la esencia. Una filosofía de la obstinación debe explicar qué hace que un
individuo no quiera nunca perder lo esencial. La historia de Abraham es un
símbolo del esfuerzo de aquellos que no permiten que nada les haga perder su
ansia por lo ideal, aunque no se logre y aunque todo esté en contra, pero en el
que se conserva siempre el ansia y el ardor.
Conservar
el esfuerzo y el sacrificio aun en la fragilidad, como el pétalo que insiste
obstinadamente en seguir siendo rosa, aunque sabe que el desprendimiento es
fácil; el pétalo no se aferra a la rosa, no echa raíces, sólo la toca suave y
amorosamente, como se toca lo que es verdaderamente importante.
6.
En
el presentimiento de lo sagrado
los
sentidos se afinan en el silencio,
el
cuerpo se agita en singular quietud
y
los pétalos del mundo se empiezan a desprender.
Exergo.
Lo
importante es que el poeta tiene un presentimiento de lo sagrado, lo intuye, el
poeta no afirma una unión o fusión con lo sagrado, aún no, sólo tiene el
presentimiento, pero ¿cómo sabe que es lo sagrado aquello que intuye? Por las
consecuencias que ese presentimiento tiene: en primer lugar, una afinación de
los sentidos, también podríamos decir una alteración de los sentidos en los que
estos se pulen; Rimbaud quería que los sentidos se desordenaran y se alteraran,
pero para poder construir una nueva sensibilidad. El cuerpo siempre ha sido
determinado en una lógica funcional: desde Descartes se lo ha considerado una
máquina que tiene unas funciones definidas, que sigue unas leyes fijas y
precisas, el cuerpo organizado en órganos determinados ha impedido que se
comprenda la capacidad que el cuerpo tiene de transformarse y de crearse. En un
acto de delirio Artaud afirmó que el cuerpo “muere porque se ha olvidado
transformarlo”. El cuerpo, por el contrario, es una posibilidad de creación, el
cuerpo no tiene funciones ni leyes fijas, el cuerpo puede moverse y expresarse
en estructuras de sentido diferenciales. Por eso es importante alterarlo,
porque es en la alteración de los sentidos en donde se comprende las
posibilidades creadoras del cuerpo. Es eso lo que acontece en el presentimiento
de lo sagrado: el cuerpo se altera, sale de su estado de cuerpo-máquina, se
desprende de las leyes que lo han fijado a unas funciones, cuando el cuerpo
presiente lo sagrado todos los hilos que lo atan se desprenden; pero después de
la alteración surge una afinación, un pulimiento, lo que quiere decir que el
cuerpo no sólo crea una forma nueva y diferente, sino también una forma mejor.
La intuición de lo sagrado eleva la sensibilidad y la percepción.
7.
Todas
las huellas que dejan aquellos
que
van al encuentro de lo sagrado,
forman
el atardecer multicolor que contemplo
luego
de largas jornadas de vacilación
y
de hurgar letras para intuir un resplandor.
Exergo.
¿Qué
significa la afirmación “Dios ha muerto” de Nietzsche? Para Nietzsche la
concepción de Dios fue muy importante para la formación de las sociedades
humanas, porque operó como una fuerza inmunológica, esta concepción permitió
una defensa ante lo real. Ante toda situación dolorosa, inexplicable y cruel,
se recurría a la concepción de Dios como un sistema de defensa. Un sistema de
defensa que fue y aún es muy efectivo. A Nietzsche no le interesa si Dios
existe o no, lo que le importa es el impacto inmunológico que ha tenido en las
culturas humanas. Pero el proyecto nietzscheano va más allá: consiste en
comprender que esa necesidad inmunológica está fundamentada en una debilidad
interna, y que se hace necesario comprender y asumir dicha debilidad para
superarla. Lo que el individuo debe hacer es transformarse, pulirse y mejorarse
a sí, para que llegue un punto en el que ya no necesite la concepción de Dios
como defensa. Dios ha muerto quiere decir que el individuo asume un arduo
proceso de mejoramiento. Sólo cuando se logre entrar en ese proceso de
mejoramiento, es cuando puede el individuo prescindir de Dios, antes no porque
se exponen a la decadencia. Un individuo que elimine o prescinda de Dios antes
de su proceso de pulimiento, va a generar un alma deforme. El proyecto de la
filosofía contemporánea de la superación de la metafísica es falso porque lo
que se ha hecho en realidad es una banalización de la metafísica, porque se
pretende superar algo que no se entiende. La filosofía de Althusser no es para
nada una superación de la teología del Maestro Eckhart o de Duns Scoto. Sólo se
puede hablar de una superación de la metafísica, cuando se cree una filosofía
que haga posible una transformación y un mejoramiento del individuo.
Esa
transformación, pulimiento y mejoramiento lo hace posible la vivencia de lo
sagrado. ¿Qué es lo sagrado? Es la conciencia que todo es uno, que todos somos
uno. Esa conciencia es sagrada porque tomar conciencia que todo es uno hace que
el individuo vaya más allá de sí y de sus límites y se una en la conciencia
universal; es sagrado porque se comprende que ese es el fundamento de todo lo
que existe. Esa unión con la conciencia universal lo altera todo, no es un
dispositivo inmunológico de defensa ante lo real, sino todo lo contrario: es el
derrumbamiento de todo lo fijo, es el quiebre de todas las determinaciones, es
la pérdida de toda certeza; la experiencia con lo sagrado genera una angustia
en la que todo pierde sustento; el individuo queda en un estado de vacío
absoluto. En la experiencia con lo sagrado todo desaparece, todo muere,
fundamentalmente muere Dios, la experiencia con lo sagrado implica la muerte de
Dios porque en esta experiencia no puede haber nada que de seguridad; entrar en
unión con la conciencia universal implica una muerte, porque sólo en esa muerte
será posible un renacimiento. Por eso el poeta quiere seguir y contemplar las
huellas que dejan los que van al encuentro de lo sagrado, porque sabe que esas
huellas inspiran en él un ansia por el ideal y la elevación.
8.
A
veces,
para
saber lo que podemos,
necesitamos
destruirnos.
A
veces,
para
ir más allá de todo,
requerimos
un caos hiriente.
Sólo
a veces,
para
empezar de nuevo,
anhelamos
silencio y
vacío.
Exergo.
Spinoza
dijo que “nadie sabe lo que un cuerpo puede lograr”, Sloterdijk dirá, en una
dirección similar, que los humanos somos aquellos que podemos hacer lo
impensable y lo imposible. Nosotros somos un proyecto y una posibilidad de ir
más allá de nuestras condiciones y limitaciones. Gehlen dirá también que somos
incompletos, pero que tenemos la posibilidad de completarnos mediante el
lenguaje y la cultura. El problema está cuando hay un individuo, una cultura o
una teoría que definen lo humano de forma definitiva, cuando se dice lo que
somos de forma fija. La verdad es que somos un proceso, somos aquellos que
necesitan comprender para poder vivir y necesitan crear para poder evolucionar;
por eso Nietzsche dijo que somos un tránsito, un puente entre el animal y el
superhombre, somos un pasar al otro lado. Conocerse a sí es reconocer esa
posibilidad de creación que somos. Todos los intentos por definir la naturaleza
de lo humano fracasan, porque el ser humano es un proceso de creación. El ser
humano es aquello en lo que se crea.
Pero
en el poema se afirma que para poder llegar a saber eso que podemos crear,
debemos primero destruirnos. ¿Qué es lo que hay que destruir? Todas las formas
y concepciones en las que lo humano y el individuo se han determinado, hay que
destruir todas las filosofías que pretenden definir a lo humano y al individuo
como si estuvieran determinados; el cuerpo hay que crearlo, la identidad, la
sensibilidad y los pensamientos hay que crearlos, no hay ninguna determinación;
lo que hay son culturas y fuerzas que determinan formas y sentidos, y los
imponen como si fueran determinaciones absolutas; esas determinaciones son las
que hay que destruir. El poema continúa diciendo que, para ir más allá de todo,
se requiere un caos hiriente; el caos es fundamental para el proceso de
creación, porque destruye todo lo que se creía fijo y definitivo o, mejor aún,
el caos destruye todo lo que se quiere que sea fijo y definitivo. El caos es la
posibilidad infinita de lo nuevo y de lo mejor. La aparición del caos que hace
posible una destrucción es lo que permite empezar de nuevo. El caos es un
gimnasio psíquico, es una ascesis interior, en el que el individuo logra saber
lo que puede. Se requiere una filosofía así: que sea un ejercitamiento del
sentido, para que el individuo se pueda crear a sí. El escritor Carlos
Castaneda, en uno de sus libros, indicaba que para una apertura de la
conciencia era muy importante que el individuo se encontrara en su camino con
lo que él denomina “los pinches tiranos”, ¿qué es un pinche tirano? Es aquel
que te ataca, que quiere destruirte, pero el punto está en utilizar esos
ataques para hacer posible una transformación interna. No es que el pinche
tirano quiera esa transformación, él no ataca para hacer posible esa
transformación, no, él ataca para destruir, lo que sucede es que quien es
atacado utiliza ese ataque para una autotransformación, lo utiliza para ir más
allá de sí y para un ejercicio de mejoramiento. El piche tirano ni siquiera
sospecha de la fuerza creadora que, sin él proponérselo, está haciendo posible
en quien ataca. El poeta es la abeja sagrada que transforma toda amargura en
miel. Pero “nadie que las abejas hacen posible los colores y los aromas del
mundo”.
9.
A
ti que te sacaron
de
toda fecha de calendario
y
te negaron todos los permisos,
que
sólo tienes un ramo de claveles
esperando
a que les des un poco de sol,
te digo
que no es esa la vida,
que
hay otra vida esperando
a
que subas a la tarima y enciendas la luz.
Exergo.
El individuo
contemporáneo se encuentra en una crisis inédita, pero no es una crisis
afirmativa que pueda hacer posible un proceso de creación, es una crisis que
consiste en una pérdida de sentido, es una crisis que es el resulta de un nuevo
y más eficaz sistema de control. De un control directo se pasó a un control
indirecto y luego se ha llegado a la consolidación de un sistema de control
invisible, en la que el individuo no sabe que está siendo controlado, a partir
del diseño y la configuración del deseo y de la identidad. El deseo es también
una posibilidad de creación, no es una fuerza ni instintiva ni amorfa, el deseo
debe crearse para que se pueda expresar, el problema es que no es el individuo
el que crea el deseo, sino que el deseo le es creado desde una fuerza social,
moral, cultural externa; en el caso de la dinámica del mundo contemporáneo, el
deseo es creado desde las intenciones de la sociedad del espectáculo; al
individuo se le crea un deseo en el que pueda identificarse con los propósitos
de esta sociedad. La sociedad del espectáculo crea proyecto de vida que el
individuo asume como propios, como un deseo suyo, cuando en realidad es un sistema
de control sobre el individuo que se ejerce desde el deseo; el individuo no es
violentado, ni sometido, lo que se hace es construirle una forma de desear en
la que los proyectos e ideales del capitalismo se asumen como propios. Es, como
diría, Chul Han, una forma de controlar al individuo sin necesidad de ejercer
un acto de dominación. Hay dominación, pero es una dominación invisible, es una
dominación que se invisibiliza en el deseo que se asume como propio, sin serlo.
Lo mismo sucede con la identidad, el sistema capitalista ejerce un control y un
dominio sobre el individuo, mediante la creación y promoción de múltiples y
diversas identidades, que hacen posible el hiper-consumo. Hay que distinguir
claramente dos acciones: una es el esfuerzo conciente del individuo por crearse
a sí, y otra es la promoción de identidades que se imponen desde el
capitalismo. La primera es un acto de transgresión, porque la creación de sí no
implica procesos de consumo ni la difusión del espectáculo como contenido de baja
calidad, todo lo contrario: la creación de sí es un ejercicio de alta calidad,
de minorías, que exige una concentración y atención intensas. En cambio, asumir
identidades que se imponen desde el sistema regente, implica una anulación de
esa capacidad de creación de sí, es la anulación de la singularidad para asumir
un deseo y un proyecto de vida que se impone desde el sistema regente y que
implica la afirmación del hiper-consumo.
Pero
el poema invita a salir de ese estado de dominación invisible, desde el que el
individuo está en una profunda crisis. El individuo feliz, bello y exitoso es
falso, el individuo real es el que no tiene proyecto de vida, el que, como
diría Bauman, está en una profunda soledad, pero con mil amigos en Facebook,
esta soledad no consiste en estar solo sino en estar vinculado con personas
insignificantes, soledad es estar vinculado con las personas inadecuadas.
¿Inadecuadas para qué? Para la creación de sí plena, diferente, nueva y
superior. El poema hace un llamado a reconocer la crisis y al derrumbamiento.
La vida no puede seguir siendo un fingimiento. El individuo debe romperlo todo,
subir a la tarima y encender su luz. Cuando se toma la decisión de destruirlo
todo para empezar de nuevo, empezar de cero, se nace a una nueva vida que está
allá esperando como una posibilidad infinita.
Posludio.
Los
poemas anteriores los titulé “Afabilidad” como un ejercicio de reconciliación
conmigo y con el todo. Fueron posibles gracias a una evolución de mi
conciencia, en la que pude asumir, comprender, superar y transformar mucho
dolor. Un dolor externo producido por circunstancias muy concretas, pero
también un dolor interno generado por no poder comprender. Pero algo en mí me
mantenía, algo no me dejaba caer y sucumbir, algo me impulsaba y me renovaba. A
ese algo misterioso yo lo llamo “lo sagrado”, no sólo por cuidarme sino también
porque hizo posible la reconciliación. En los momentos más difíciles, cuando
toda esperanza estaba perdida, surgía en el silencio esa fuerza que me
sostenía; tal vez sea mi propia fuerza interna; tal vez hay en nosotros una
fuerza indestructible que aún no hemos podido asumir y comprender; tal vez el
dolor me hacía delirar y en ese delirio comprendía que todos somos uno, y
entonces volvía a sonreír, me levantaba, me estiraba, intentaba mirar de
soslayo todo lo ocurrido y empezaba de nuevo. Siempre empezando de nuevo una y
otra vez. He aquí al filósofo de la obstinación.
Y
la reconciliación llegó, aconteció como acontece lo fundamental: de forma
clara, contundente y definitiva. Y fue ahí desde donde escribí estos poemas. El
cuerpo está empezando a reconstruirse, se pueden sentir unos nuevos latidos en un
nuevo ritmo, la piel parece que estuviera deshojándose, hay un nuevo sudor que
lo hace posible un nuevo caminar, los pasos ahora son firmes aunque silenciosos
y leves; la sensibilidad se está abriendo a nuevos niveles de afección, el amor
surge como una afirmación y un respeto por la singularidad y la diferencia del
otro, el amor surge como un deseo de que el otro se eleve y se perfeccione;
también se está diseñando y creando una nueva dinámica del pensamiento, ahora
se hace necesario y urgente un pensar que sea un ejercicio de pulimiento de sí,
un pensar riguroso en el que sentido se pueda crear como una fuerza
transformadora. Ahora puedo mirarlos y decirle que ha valido la pena, que todo
el dolor fue importante, que valió haber tomado la decisión de ser diferente,
que valió no resignarse nunca a la mediocridad, no resignarse nunca a ser un
instrumento del poder regente, no resignarse nunca a sonreír falsamente sólo
por obtener un beneficio, no resignarse nunca a ofrecer una amistad falsa, no
resignarse nunca a hacer las cosas por dinero o por poder, por acceder a un
puesto o a una posición, valió la pena ser íntegros en el dolor. La poesía nos
salva, hace que insistamos sin descanso por una altísima existencia. La
filosofía nos permite pensar que las cosas pueden ser de otro modo, pero de
otro modo mejor; no puede ser posible que nos dediquemos a la filosofía para
destruirnos en vano; debemos dedicarnos a la filosofía para crearnos a si y a
lo real, en sentidos cada vez mejores y superiores.
¡Muchas
gracias!
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